Espacio y arte en impresionante armonía

Norbert M. Gregor logró integrar en sus obras de una manera altamente impresionante el espacio y el arte. Los colores y las formas despiertan el espacio hacia la vida, y ésta a su vez aviva el ritmo con formas de filigrana y colores.
Esto se ve de manera clara en sus esculturas, que dan testimonio de una gran compresión de las vibraciones naturales y corporales. El impulso natural del círculo determina en ello la armonía interna y externa en su forma y concepción.
Sorprende sobre todo lo leve y ligero que puede ser la escultura de madera, lo movido y dancístico, sin que por ello se pierda el carácter inmanente de su materialidad.

La lejanía preñada de luz – así eran sus pensamientos-, es lo que hacía sonar la melodía inmanente de las vibraciones de sus esculturas y cuadros.
Tanto sus esculturas como sus cuadros y gráficas le hacen recordar al espectador lo decorativo del Jugendstil. Los rostros de mujer fueron para Norbert M. Gregor un motivo constante, con el que se ocupaba con frecuencia.

Con respecto a su obra pictórica se reconoce de igual modo una relación característica entre ternura y severidad. El arte sin una concepcón formal era impensable para él. Sin embargo los resultados de este proceso artístico dan un efecto de levedad y ligereza.

Por razón de esa levedad deseada, Norbert M. Gregor se entregó al principio al expresionismo. En sus esculturas, que con frecuencia consistían de formas huecas, hechas en su mayoría de madera de tilo, logró de hecho superar la fuerza de la gravedad, una meta que el se había propuesto desde lo más hondo. La gaviota,  „Möve“ es una prueba impresionante de ello.
Norbert M. Gregor amaba la belleza, sin la cual para él la vida no tenía contenido y era vacía. Partiendo desde este sentido de la belleza desarrollaba él sus formas, que encuentran siempre su origen en la geometría del círculo. Y en ello la belleza de la exposición nunca es artificial o superficial. Todo lo contrario, testifica un sentimiento religioso hacia una unidad abarcante, que une tranquilidad y movimiento, pasado y presente, materia viva y muerta, unificada en el símbolo del círculo, que se articula en el sentido de una esperanza eterna.

"Iluminadores como ventanas de iglesia tienen que ser mis cuadros", explicaba el artista y declaraba así la transparencia brillante de sus cuadros que hiere los ojos, que por lo menos está pintada en madera. Para alcanzar esta fuerza lumínica se sobreponen diferentes capas de colores mediante un cierto proceso.
De modo similar a sus esculturas Norbert M. Gregor se limitada a pocos colores, que sin embargo usaba virtuosamente en innumerables matices y variantes. Por su contenido él no expone en sus cuadros un desarrollo de acciones, todo lo contrario Norbert M. Gregor deja que el instante se empodere, y lo fija de este modo para que todo el mundo lo contemple.

Síntesis entre Oriente y Occidente

Encontrar uniones así como sintetizar los contrarios era una de las motivaciones fundamentales de su arte. Armonía, recogimiento, naturaleza y ser humano se unen en sus esculturas, pinturas y gráficas de una manera estética. La integración maestra de formas de otras geografías culturales la lograba no sólo en sus figuras escultóricas si no también y especialmente en sus pinturas. Todo lo que crece, que está determinado por un sentido de naturalidad, encontraba acceso en su arte.
Las raíces de su creación artística se basan en la tradición occidental. De ellas sacó la fuerza para la integración de numerosos elementos orientales. En esta síntesis yace el particular encanto, que sale de sus cuadros y esculturas y que parece que lo portara una melodía interna. También en su pintura predomina el material de la madera como fondo.

Para alcanzar aquella transparencia particular necesitaba sin embargo de un largo proceso de trabajo. El resultado vale la pena, por lo menos para aquellos, que tienen ojos para ver.
Fenómenos naturales diarios como la luz y el agua, la luz y la sombra se convierten bajo sus capacidades pictóricas en una verdadera sinfonía cromática. El agua pura, que continúa actuando puramente, por decirlo así, en una especie de inspiración creadora, se derrama por el resto del mundo. Paisajes brillantes se reflejan en pequeños recortes sobre la brillante superficie acuosa.
El mundo puede estar preñado de la luna creciente o también de la severa claridad de un tremendo invierno. El hálito de lo intocable se posa sobre todo - puede parecer nacarado o incluso lleno de arabescos, su pintura no está muy lejos del arte asiático.

Sin duda era él un artista que entendía, de manera natural y excelente, la unión de la cultura oriental y occidental. En su obra se fusionan el expresionismo y el impresionismo. Por ello es muy difícil colocar a Norbert M. Gregor en una determinada tendencia artística. Por en contrario, él era una personalidad, que logró desarrollar algo atemporal en sus diferentes periodos de creación que se cuajó en un estilo personalísimo, un estilo que se hallaba fuera de la moda de entonces y ahora.
Su lema preferido era:
"yo siento con el tiempo, pero voy contra el tiempo!"

Norbert logró superar la gravedad de la materia, de manera que en sus esculturas toman formas orgánicas y parecen como si flotaran en el espacio. Ebrio de su propia creación logró generar una síntesis entre oriente y occidente, en las que estableció de una manera maestra una armonía entre masas pesadas y monumentales y líneas de contorno melódicas y decorativas.

En círculos de expertos su obra escultórica ha sido comparada con obras de Henry Moore y de Ernst Barlach.